Nosotros los patriotas que no hablamos guaraní, cuál es nuestra patria si la
garra que tenemos no la sabemos usar sabiamente. ¿Dónde la ciencia puede
crecer si nuestra patria no es esa, tener una ciencia en algo, ser útil y
aportar al gran cuerpo que es la sociedad? Sólo si somos conscientes de
nuestros pasos y de la importancia del efecto mariposa, la palabra, el
discurso de nuestros antepasados, sólo mirando las raíces nos hacemos
humanos para enfrentar el presente y sembrar la semilla, continuar la huella
de quienes saben más porque vinieron antes que nosotros. Leer los mensajes,
tanto de la piedra como de la pluma, que ninguno de los dos sea más, porque
tanto la piedra es fundamental por el peso, las bases que asienta, igualmente
la pluma es indispensable para equilibrar y hacernos mirar hacia arriba, ser
ligeros, conectar con lo superior e invisible, convertirnos en hombres
pájaros.
Hablo como paraguaya que no soy pero sí. Hablo como persona con pasaporte
paraguayo que dice que soy de ahí. Digo esto porque no hablo guaraní, lengua
de algún antepasado mío, no tanto por sangre sino más bien por madre
compartida, la tierra que estaba antes que yo y ellos, pero como abuelos míos
tienen preferencia, es la jerarquía, el linaje.
Soy así de ecléctica, abstracta, escindida y fragmentada. Los buenos
cinco años que llevo viviendo en Barcelona me permiten mirar a mi tierra roja
y paraguaya y preguntarme qué tan paraguaya soy, si la condición de estar
entre un río, dos porciones de tierra, dos hermanos, una frontera, dos
países, un continente influyen. Será que formo parte de algunas de las
familias que en algún momento de la historia se dispersan y comienzan a
migrar en busca de la tierra buena para el cultivo, la tierra lejos del mal de
las ciudades?.
Desde la distancia se puede ser objetivo. En la distancia redescubro a mi
país y su gente. A la gente que vive hace más tiempo que yo y no nació ahí
pero parece más paraguaya que yo. Tuve la suerte de conocer a José
Zanardini, quien vino a dar una charla a la Universidad Autónoma de
Barcelona. El discurso de Zanardini es el acertado. Hay que dar a conocer. Que
se sepa que no solo es el guaraní. Como paraguaya no sabía siquiera que
nuestro Cervantes, Augusto Roa Bastos, decía que hay tres pueblos en
Paraguay: 1) el Chaco 2) El Guaraní 3) El pueblo paraguayo. Esta trinidad
está mal entendida, mal repartida, desconocida para el paraguayo que se cree
que gobierna él solo cuando los chaqueños son 17 familias (las que quedan),
incluso más que los guaraní, que forman 5 pueblos, grupos, familias, etnias.
Los pueblos indígenas deben ser redescubiertos. Este verano tuve que ir
hasta el Archivo de Indias en Sevilla para encontrarme con los orígenes, con
la historia de ellos, para que los pueblos de la tierra en que nací me
hablaran de sus historias, su pasado que es también mío. Hay que dejar que
sean ellos quienes hablen y se presenten.
Desde 1992, la lengua guaraní es idioma oficial. Es un caso único en toda
América, ya que es la lengua nacional de los llamados mestizos. Sabemos que
no estamos solos. Existen poblaciones minoritarias en Paraguay: las etnias
primigenias representan sólo un 1,7 % de la torta paraguaya (y no la sopa).
Esta minoría étnica es también minoría lingüística, y sobretodo minoría
política. Sus voces políticamente no interesan. Nosotros los patriotas
paraguayos que no hablamos la lengua guaraní ni mucho menos la lengua de las
minorías, pretendemos comernos la sopa solos sin dejar sólo ese pedacito,
porción, galleta respetando el lugar que les corresponde. No. Nosotros los
patriotas hacemos acciones patrióticas.
Aún así: la garra. (Y decimos guaraní, para referirnos a la garra
sudamericana, a la garra de los antepasados, familias que ya descendían del
Caribe, California, Alaska, Siberia...)
Yo patriota, cometo autoexilio, cruzo el charco y caigo en una sociedad
bilingüe como la catalana, a una parte de España que se considera país,
pues tiene un proyecto, a esta tierra mediterránea igual que la mía pero en
sentido contrario, pues mientras la primera mira al mar, nosotros somos la
isla rodeada de tierra de Roa. Recién acá me pregunto como los que me
preguntan ¿Paraguay? Y qué es Paraguay: un río, un pueblo, una manera de
hablar, las frutas de los mercados en Madrid... ¿Qué significa ser
paraguaya/o? ¿Soy paraguaya de verdad? ¿Con qué derecho puedo hablar en
nombre de paraguayos? Probablemente con el mismo derecho con que podría
hablar en nombre de los italianos, ya que tampoco hablo la lengua de mis
bisabuelos directos. Comencé entonces la búsqueda de la identidad. No sólo
a nivel personal sino a nivel de ciudadana desarraigada viviendo en una ciudad
plagada de bilingüismo. En esta búsqueda de conocimiento, descubro todo lo
que todavía me falta saber, todo lo paraguaya que soy cuando se que la tierra
es sagrada, que mi cultura es la guaraní, la del corazón de América del
Sur. Es la fuerza que nos une, la lucha por la identidad, viviendo en tierra
de otros.
Es lo que se pregunta Zanardini y otros como él cuando dice ¿cómo
sobrevivieron y sobreviven estas personas al avasallamiento hasta llegar a
nuestros días? Deberían haber desaparecido hace rato ya. Y siguen. Esa es la
garra. Su autoafirmación. Lo que nos separa nos une. Por otro lado, cómo
hablar del yo cuando somos tantos yo, no? pero, lo que nos separa nos une.
El Paraguay está dividido por un río y más cosas. Son 17 pueblos
originales, además de 20 pueblos indígenas y algunos pocos pueblos que por
su tradición cultural e histórica no se mezclaron. Luego hay un 90 % de la
población mestiza que comenzó en 1537 con la fundación del fortín de
Asunción.
La concentración para Zanardini está en los pueblos que aún no se han
cruzado. Son nuestros verdaderos padres. Hay 5 familias lingüísticas, y no
sólo el guaraní. Este error nos llevó a utilizar nombres que no eran
durante 100 años, como el caso de llamar Chamacoco a los Ishir. De hecho,
hasta 1957 (hace un ratito nomás para la historia), se cometió un genocidio
que tenía hasta carteles que decía: "haga patria, mate un indio
moro" (moro con relación a los ayoreos, quienes fueron masacrados). Los
ayoreos eran silvícolas en un comienzo y fueron quienes más se resistieron
al contacto con los blancos (o paraguayos que es como también se refieren a
los que no pertenecen a sus etnias). Fue en 1962 cuando se establece el primer
contacto pacífico con ellos. Existen otros grupos de silvícolas que salieron
de la selva hace poco pidiendo tierras y que pararan de talar sus casas, que
es el bosque, el mato, la selva.
Hay todavía un grupo de silvícolas que hoy bien pueden ser llamados patrimonio
cultural. Y nosotros, ¿qué clase de patriotas somos, de qué hacemos
patria, qué modelo de padre seguimos? ¿El que nos muestran los menos
patriotas que sólo están interesados en terminar de expoliar el país y ser
una estrella en bandera ajena o diluirnos en el verde-amarelho? Y no por eso
vamos a entrar en conflictos bélicos ni a anularnos del todo. Reafirmación.
Hoy escuché la frase que dice que un catalán es aquel que vive y trabaja
en Cataluña y no sólo aquel que nació en ella. Pues, ¿qué clase de
paraguayos somos los que queremos trabajar y vivir en la tierra en que
nacimos, que se encuentra fragmentada y el trabajo que se busca no es
proveído por quienes confiamos como si fueran nuestros padres, que son las
personas que hacen el gobierno. Nosotros tan patriotas que somos, dónde
quedó nuestra memoria, porqué permitimos que nos la borren así porque sí.
Nosotros los patriotas deberíamos recordar siempre el hecho sangriento de
1986, cuando las confrontaciones contra los ayoreos quienes se sintieron
invadidos, se saldó con otra masacre más que agregar a nuestra ya laaaaaarga
lista de trágicos acontecimientos.
Nosotros los patriotas que no hablamos guaraní; ¿acaso no nos sentimos
igual que los ayoreos frente a los paraguayos? Ellos que están antes que
nosotros, que habitan la selva y la conocen mejor que cualquier paraguayo,
viven en su casa que es una zona de monte salvaje en el Chaco. Se sienten
acorralados por el petróleo, los estancieros y la armada. Nosotros los
paraguayos, ¿acaso no nos sentimos así también frente a nuestros vecinos
los argentinos, bolivianos y sobretodo, frente a nuestros hermanos los brasileños?
Así como nosotros los patriotas tenemos miedo, nos morimos de miedo, bajamos
la cabeza de miedo, nos escondemos en nuestro karaku por miedo, tenemos
el mismo miedo que los ayoreos frente al hombre blanco, más feroz que el
antes temido jaguarete. Según nuestros abuelos los ayoreos, hasta el
tigre es más salvaje con ellos, pues de hambre y por verse igualmente sin
espacio ni tierras que recorrer, atacan a los hijos de la selva. ¿Cómo
nosotros los patriotas que no hablamos guaraní no podemos ser humanos? Cómo
no aprendemos de nuestros abuelos los nivaclé quienes piensan que en el
origen de todo, todos eran personas. El Ser Humano se inscribe en un conjunto
de Seres Humanos que por su evolución han pasado a ser lo que hoy son...
Japuka mba'e. Jajeroky mba'e... seamos patriotas. Hagamos patria. La
de verdad. Añete. Añetehápe.
No es que uno quiera sonar trágico. Pero me encontré con un cuadro
explicativo, de estos que se hacen muy lindos por internet, donde en rojo
estaban marcadas las lenguas que ya no se hablarían más, porque ya no
quedaba gente que la hablara, estaban ya extintas. Y parece tan frío como el
cuadro explicativo, pero son las almas de nuestros abuelos, nuestros ancestros
las que en algún momento se extinguirán y ¿cómo recuperarlas, si ya no nos
queda ni la memoria de haber tenido padre, haber compartido madre?.
Deberíamos dar vueltas en sentido contrario a las agujas del reloj que
inventamos para tener más tiempo libre para compartir costumbres que unían a
las personas en bailes, como las danzas de nuestros pueblos que son
circulares, de retorno a la comunidad, de volver a pasar por los orígenes, de
la reciprocidad de no tener un punto de principio ni fin sino que circula en
continuo. Deberíamos aprender de la visión horizontal de relacionarse con el
mundo de nuestros ancestros. Horizontalidad que nos mantiene cerca, en
contacto; de sentir al otro, de ser igual al hermano a quien tomamos del brazo
para danzar juntos en un solo flujo. Deberíamos poder abrir nuestras mentes a
la visión vertical de relación con ese ser superior, con aquellos seres que
no se ven pero que se actualizan y hacen presentes con la danza.
Nosotros los patriotas deberíamos aprender a reafirmar la identidad de una
manera sabia y con conocimiento más que con prepotencia del supuesto mbarete
que no entendió ni ahí lo que esa palabra significa realmente. Mientras,
debemos sí saber que ellos, los que estuvieron antes que nosotros, nuestros
pueblos originales, todavía tienen cosas que enseñarnos, aún desde su
aparente ignorancia falsamente prejuzgada porque no saben hablar el idioma que
nosotros sí dominamos. Y es que ellos defienden su identidad aún sin tener
tierras, pues ellos si algo saben y lo afirman y reafirman con toda su fuerza mbarete
es que ellos, nuestros padres, no son paraguayos.
Como mayoría ignorante que somos, deberíamos ser sabios y poder encontrar
la relación correcta y respetuosa que nos lleve a la reconstrucción de un
proyecto de país con un discurso que nos pueda dar las pistas seguras hacia
el reposicionamiento de nuestra identidad nacional. Ellos no son paraguayos.
Nosotros sí. Las tierras eran antes suyas. Nosotros vinimos después.
Nosotros los hijos de los patriotas, los desmemoriados, podemos recuperar la
memoria colectiva. Nada nos impide. Podemos dejar las malas costumbres
importadas de fuera y ser los amigables, abiertos y tolerantes paraguayos de
alma chaqueña y guaraní.
Nosotros los paraguayos del S. XXI, podemos rediseñarnos. Zanardini apunta
la trilogía que puede aportarnos condiciones fundamentales para vivir: 1)
territorio 2) etnicidad 3) poder.
En los años 60 hubo un esfuerzo grande por parte de antropólogos y
misioneros para devolverles sus tierras a los pueblos originales para que no
desaparecieran en la lucha por el territorio propio. A través de la ley 904
el Estado reconoce que existen etnias y este es un paso fundacional para
nuestras mentes, pues es el paso del enfermo que quiere sanar y se reconoce
no-sano. Así, nosotros los patriotas paraguayos, por medio de palabras que
forman leyes, honramos y nos miramos al espejo y bajamos el vidrio polarizado
y nos ponemos el anteojos para ver y re-conocemos, volvemos a mirar como si
fuera la primera vez y decimos: no estamos solos, no somos los primeros,
nuestros padres estuvieron antes, honrémoslos, respetémoslos.
En 1848 Don Carlos Antonio López confisca todos los territorios y bienes
de los indígenas. Desde ese momento las tierras antes cuna y patria de estas
etnias, se convierten según queda establecido en papeles, en tierras
fiscales. A partir de este momento, quedan reducidos a la condición animal,
pues al igual que ellos, ya no tienen territorio propio. De 1864 a 1870 se
desarrolla la guerra de la Triple Alianza donde el Paraguay pierde el 60 % de
su población masculina, hecho que no ocurrió en ninguna guerra en todo el
mundo. El estado para recuperarse vendió las tierras fiscales confiscadas a
una empresa argentina, con los indígenas dentro. La empresa comienza a
explotar el quebracho, concentraron la población paraguaya con los Toba
Maskoy, Toba, Sanapaná, Guaná, Enlhet y Angaité, a quienes convierten en
hacheros, haciendo que ellos mismos talen los árboles que antes eran sus
casas, los hacen ser asesinos de su propia selva, anularse a ellos mismos,
negar que alguna vez existieron, eliminar sus raíces, venderlas por caña,
que es como le pagaban. La mayoría moría por enfermedades contagiosas
llevadas por el hombre blanco como la tuberculosis, sarampión, viruela y otra
enfermedades desconocidas por ellos.
Los que sobrevivieron entraron en contacto directo con gente de habla
guaraní. La espiral de la humillación continúa y es tal que les hicieron no
sólo renunciar a sus tierras, trabajar en ellas deforestándolas sino que
además tuvieron que dejar de hablar su propia lengua para hablar la lengua
guaraní, lengua franca, general, como el esperanto. Para ellos esto es por
supuesto una experiencia catastrófica, ya desde el punto de vista humano,
desde la lingüística, desde donde se lo mire.
Por suerte ellos sí son patriotas, pues su identidad refleja esa verdadera
garra que caracteriza a nuestros pueblos originales. A pesar de perder su
lengua, que es como perder la madre, continúan diciendo 'yo soy angaité',
'yo soy ayoreo'... ellos sí son patriotas pues tienen una fuerte identidad de
pueblo que quiere ser pueblo aunque hayan perdido la tierra, aunque hayan
abandonado la lengua.
Ellos no son los malos. Los malos de la película somos nosotros. Sí,
nosotros; los supuestos patriotas que no hablamos la lengua porque 'ay qué
valle que es...'
Trabajos de recuperación. ¿Qué hacer para ser un buen paraguayo?
Reconocer que están ahí. que no son parte de la linda leyenda del buen
salvaje, ni son haraganes ni kaigue: son igual de respetables que nosotros.
Como paraguaya/o es bueno saber que después del golpe de estado de 1989, en
1992 aparecen nuestras etnias por primera vez en la Constitución Nacional. Se
trata del Capítulo V: DE LOS PUEBLOS INDÍGENAS. Donde, en el artículo 62,
se reconoce la existencia de los pueblos indígenas, como grupos de
culturas anteriores a la formación del Paraguay. Tampoco debemos
olvidar el artículo 64 que dice que los pueblos indígenas tienen derecho a
la propiedad comunitaria de la tierra, en extensión y calidad suficientes
para la conservación y desarrollo de sus formas peculiares de vida. ¿Será
que nosotros no tenemos nuestras formas peculiares de vida? Porque yo, a mis
33 años, estoy llena de mis manías que las defiendo haciendo patria
también: la mía propia. ¿Cómo es entonces que no podemos soportar que otro
tenga formas igual o más peculiares que las nuestras?.
En este momento un 55 % de comunidades no tiene asegurada su tierra,
de las cuales un 20 % está en trámites, cosa que en Paraguay puede ir
fácilmente al oparei técnico, pues el estado paraguayo, ya no tiene
tierras fiscales propias, por lo que tendría que comprar. También tenemos
una muy linda ley de expropiación que podría ponerse en práctica pero para
ello el estado debería hacer un pago previo y el estado, como todos sabemos,
se supone que no tiene dinero para estas cosas, ni los estancieros están para
deshacerse de sus posesiones así sin más. Entramos nuevamente en el círculo
que nos propone el estado: el círculo vicioso, el que no varia, el de los que
tienen sus tierras y no las van a soltar, el círculo que termina aniquilando
a aquellos que por derecho histórico tenían esas tierras y al parecer ahora,
por falta de liquidez de quien les expropió en un inicio, no van a poder
recuperarlas...
Seamos lo más patriotas que podamos ahora que todavía nos queda vida y
algo de patria, o al menos nos queda nuestra condición de humanos. Seamos
humanistas.
Nuestras etnias originales quieren revitalizar sus lenguas. Hay un
interesante proceso de diálogo. Es el caso de la radio Pa'i Puku (http://www.radiopaipuku.org.py).
La radio como medio primigenio constituye un nuevo interés, la motivación
por parte de un pueblo que ve a través de sus integrantes más jóvenes, una
manera de ascender en la escala de la comunicación y el conocimiento por
medio de la escucha de los relatos y el intercambio de casetes por correo,
como sistema de comunicación con los pueblos chaqueños de Bolivia y
Argentina. Muy interesante ver las estrategias de comunicación de los
chaqueños que podrían funcionar con un gobierno consciente y despierto no en
algo político, no en base a números, sino ir más allá, en base a los
derechos ancestrales, el linaje, y no el camino electoral; poder establecer
relaciones a nivel étnico, interétnico, regional ya que somos sudamericanos,
más allá de las familias que dibujan nuestras fronteras. Por citar un
ejemplo: ¿Porqué el guaraní no figura en el pasaporte paraguayo, como
idioma oficial hablado por el 94, de la población de un país miembro del
MERCOSUR?.
Nosotros los patriotas que no hablamos guaraní hicimos que los nietos de
aquellos que tampoco lo hablaban ahora sí lo hablen y haya una fractura
comunicacional entre ellos, igual que entre ellos y nosotros. Es un lío. El
mismo lío que nos hacemos todos cuando queremos comunicarnos y en vez de
buscar lo común, preferimos la vía fácil de la separatidad, ver al otro
como enemigo, contrera, distinto, indio, paraguayo. Dicen que aún así este
es el mejor momento para aprender, crecer, pegar el salto evolutivo. Es la era
de la comunicación, los nuevos formatos. Ellos nos enseñan en todo momento.
Los que leemos podemos encontrar más y más literatura en guaraní que nos
enseñe las ñe'ê tan bellas y las ñe'ê porâ tan sagradas. Falta un
rediseño, la modernidad, la nueva ola que refresque la cara de una vieja
historia de dos hermanos que juntos hicieron un viaje y en un punto uno
decidió seguir y el otro quedarse, y por no aceptar la separación y la
distancia, quizás decidieron amarse de esta manera; pero hoy, nosotros los
hijos de los hijos de los hijos de la selva podemos decidir no cargar con
culpas que no nos pertenecen. Nosotros los patriotas debemos ser quienes
demoremos la muerte de estas lenguas y no sus verdugos.
Dea Pompa
deita18@hotmail.com
[Sólo soy una paraguaya que pudo cruzar el gran charco, al otro lado del
mundo y siente los coletazos del desarraigo. Sea por decisión propia o no, la
curiosidad me llevó pronto a la búsqueda del conocimiento sobre el yo
paraguayo, esa identidad de la que yo formo parte, o ella de mí. Yo no soy
quién para hablar en nombre de todos. No quiero ni puedo asumir esa
responsabilidad. Por otro lado, siento que hablo como paraguaya que soy,
porque con paraguayos con quienes compartimos migración nos pasa comúnmente
el descubrir al Paraguay, al verdadero verde intenso que no se va por más
lejos que estés y por eso hablo hoy e intento que mis acciones se dirijan
hacia la tierra colorada donde nací, la que pisé siempre y por primera vez y
de la cual formo parte de su memoria colectiva].
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